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domingo, 11 de marzo de 2018

Escapada a Venecia (I)

Sé que he estado muy inactivo en el blog durante este 2018, pero he vuelto esta vez para hablar nuevamente de un viaje. Aprovechando el cumpleaños de Itziar nos hemos escapado unos días hasta la localidad italiana de Venecia.
Salimos el sábado pronto por la mañana ya que teníamos el primero de los vuelos a las 7.35 con destino Munich. El vuelo fue tranquilo y llegamos sobre las 9.30. De allí y tras una hora de escala, nuevo vuelo para llegar hasta Venecia. Aunque salimos con un poco de retraso llegamos a Venecia sobre las 12.30. Desde el aeropuerto de Marco Polo hay varias opciones de llegar a la ciudad, pero nosotros elegimos la opción del autobús (es la más económica y se tarda poco tiempo). En 20 minutos estabamso en Piazale de Roma, de allí cogimos el vaporeto en su línea 2 para llegar hasta el hotel. Como primera toma de contacto con la localidad, merece la pena este trayecto por el Gran Canal donde puedes apreciar las góndolas, barquitos, pequeños canales y las casas a ras de agua. Paramos en la parada de Rialto, justo a los pies del famoso puente. Además de la obligada foto aprovechamos para comer un trozo de pizza antes de proseguir (esta vez a pie) hasta el hotel. El día no acompañaba mucho, ya que llovía bastante, y a eso hay que añadir que los GPS no van muy finos en Venecia, con lo que nos costó encontrar nuestro hotel. El Ad Place Venice justo enfrente del teatro de la Fenice, un hotel pequeño pero bonito y recomendable para alojarse en Venecia. Tras hacer el check in y dejar las cosas en la habitación pusimos rumbo a la plaza San Marco. No tardamos mucho en llegar y fuimos directos al palacio del Dolce (palacio ducal), donde teníamos compradas las entradas para visitarlo (merece la pena coger las entradas con antelación, ya que la cola para entrar es mucho menor, de lo contrario te comes una cola de una larga duración).La visita al palacio está bastante bien, puedes apreciar un poco de la historia de la localidad, lo que más me gustó aparte de los amplios salones, es el paso por el puente de los Suspiros, desde su interior. Es oscuro y es conocido por ese nombre por ser el puente que cruzaban los presos antes de morir y por el cual veían la laguna de Venecia por última vez. Tras la visita, y como hacía un frío de narices paramos en un café a tomar un chocolate caliente. Ojo con los cafés en la zona de San Marco, te van a clavar bien, son bastante caros, para daros un ejemplo dos chocolates nos costaron 20€. Tras entrar en calor y aprovechando que había parado de llover fuimos a recorrer la ciudad tranquilamente andando. Merece la pena perderse por Venecia, ver su callejuelas, sus puentes y sobre todo huir de la “zona turistica” que está plagada de gente.  Sobre las 20.30 nos fuimos a cenar (como para comer pasta teníamos el resto de días) acabamos cenando en el Hard rock Cafe, con vista a una parada de góndolas. Al acabar al hotel a descansar.




La jornada del domingo nos levantamos sobre las 8:30 y fuimos a desayunar en el hotel. El desayuno estaba bastante completo y tenía mucha variedad para elegir. Con el estomago lleno afrontamos un nuevo día que se esperaba movidito. Primeramente fuimos hasta San Marco para preguntar por barcos que fueran hasta las vecinas islas de Murano y Burano, nos indicaron que la mejor opción era ir hasta la otra punta y coger el barco en la parada de Fondamenta Nove. Pues allí que nos fuimos tranquilamente andando. La verdad es que Venecia no es una ciudad muy grande y se puede hacer andando sin problemas. Tardamos un rato porque entre tanta callejuela te acabas perdiendo un poco, pero finalmente llegas a tu destino. Por el camino tuvimos tiempo de ver tiendas y restaurantes. Una vez en la parada cogimos el billete para dos días (cada viaje vale 7,50€ con lo que si se va a hacer más de 2 viajes merece la pena. Vale 20€ el de un día y 30€ el de dos días con viajes ilimitados en vaporeto).  Cogimos el barco hasta Murano, famosa isla por su fabricación de cristal. Una vez allí vimos una demostración en una fábrica de elaboración de figuras de cristal. La entrada es gratuita y tampoco estas mucho tiempo con lo que merece la pena verla. Del resto de la isla poco que destacar, ya que está plagada de tiendas de cristal y poco más. Así que nos dirigimos a la parada del faro para coger un nuevo barco hasta Burano. El trayecto es  más largo que el anterior (se tarda algo mas de 40 minutos en llegar), pero merece la pena la visita a Burano, es un isla pequeña con casas pequeñas y cada una de ellas de un color, de hecho este es el distintivo de la misma, la isla de las casas de color la llaman. Aprovechamos para recorrer el pueblo y sacar fotos. Además como el hambre ya apretaba, comimos allí en una trattoria. Y estando en Venecia había que probar los spaghetti con marisco famosos de allí. La verdad es que estaban muy buenos y nos dieron energía para seguir con nuestro paseo. Tras comprar algún souvenir sobre las 15.30 emprendimos la vuelta a Venecia (hay que tener en cuenta que en la ciudad los edificios turísticos cierran sobre las 18.00 con lo que hay que ajustar horarios si se quieren visitar, y desde Burano se tarda alredor de uno hora en volver).  A la vuelta no había barcos hasta San Marco (estaba la niebla encima y no se podía hacer el recorrido), con lo que tuvimos que volver a bajar tranquilamente andando. La verdad es que no tardamos mucho (se reconoce que está vez cogimos un camino más directo). Una vez en la plaza vimos alguna tienda de souvenir y optamos por hacer algo muy típico de Venecia, dar un paseo en góndola. El precio del paseo es caro 80€ el corto y 120€ el largo, bien es verdad que en la góndola entran 6 personas y el precio es por góndola con lo que entre 6 tampoco sale tan elevado. Pero nosotros estábamos solos con lo que negociamos con el gondolero un precio para hacer el recorrido largo algo más barato que el que ponía. El paseo merece la pena, te llevan por el gran Canal y por los canales pequeños viendo los principales edificios de la localidad. Es chulo y se pueden sacar buenas fotos (le pena es que hacía bastante frío y se te quedaban las manos finas). El gondolero era muy majo y nos hizo una pequeña guía turística. Tras el paseo volvimos al hotel a arreglarnos y a cenar para celebrar el 30 cumpleaños de Itziar. Desde el hotel nos recomendaron cenar en un restaurante llamado Nono Risorto, en la zona del mercado de Rialto. Cogimos el vaporeto en su línea 1 y fuimos hasta la zona. Como ya he indicado anteriormente, los GPS no funcionan muy bien en Venecia y nos costó encontrarlo. El restaurante no es el típico restaurante lleno de turistas en el que te clavan bien, es un sitio más bien pequeño y lleno de gente autóctona, en el que sirven comida casera muy buena. Comimos una ensalada, una lasaña casera y una sepia a la veneciana con unos profiteroles de postre, todo muy rico y a un precio asumible en Venecia. Al acabar nuevamente al barco y para el hotel a descansar.




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